febrero 23, 2012

A ti que te gustan los hombres guapos

 Vahine no te miti (Mujer del mar), 1892
Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires

(..) Hace ya veinte días que llegué y he visto tantas cosas nuevas que estoy completamente impresionado. Todavía necesitaré algún tiempo para hacer un buen cuadro. Poco a poco me pongo a ello estudiando un poco cada día (...). Te escribo al atardecer. Este silencio de la noche en Tahití es aún más extraño que el resto. No existe más que allí, sin que siquiera el grito de un pájaro turbe el descanso. Aquí y allá, una gran hoja seca que cae pero no produce sensación de ruido. Es más bien como un roce de espíritu. Los indígenas se mueven  con frecuencia durante la noche pero descalzos y silenciosos. Siempre está silencioso. Entiendo porque esta gente puede permanecer horas, días sentada sin decir una sola palabra y mirando al cielo con melancolía. Siento todo esto que va a invadirme y en estos momentos estoy descansando extraordinariamente.
Me parece que todo ese desorden de la vida de Europa ya no existe y que mañana seguirá siendo igual, y así, sin interrupción, hasta el final. No pienses por ello que soy egoísta, y que os abandono. Pero déjame vivir así durante algún tiempo. Los que me hacen reproches no saben todo lo que hay en una naturaleza de artista y entonces ¿por qué querer imponernos deberes semejantes a los suyos? Nosotros no les imponemos los nuestros.
La charla (1891) Museo Hermitage, San Petersburgo

Bella noche la de hoy. Miles de personas hacen lo mismo que yo esta noche, se dejan vivir y sus hijos se educan solos. Toda esa gente va por ahí a cualquier pueblo, en cualquier camino, duermen en una casa, comen, etc., sin dar siquiera las gracias a cambio. ¿Y se les llama salvajes? Cantan, no roban jamás, mi puerta nunca está cerrada, no matan. Dos palabras tahitianas los definen Ia Orana (buenos días), adiós, gracias etc., y Onanu (me da igual, qué más da, etc.). ¿Y se les llama salvajes?
El suelo tahitiano va haciéndose totalmente francés y poco a poco este antiguo orden de cosas va a desaparecer. Nuestros misioneros habían traído ya mucho de la hipocresía protestante y se llevan un poco de la poesía, sin contar la viruela que ha invadido toda la raza (sin estropearla demasiado, a fe mía). A ti que te gustan los hombres guapos, aquí no faltan, bastante más altos que yo y musculosos como Hércules. 

Tahití, julio 1891 a Mette

Extraido de Escritos de un salvaje de Paul Gauguin

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